3/30/2016

JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS - PAISAJES Y COSAS DE CASTILLA- EL SANTO DE VALDECARROS





En uno de los capítulos del libro Paisajes y cosas de Castilla de José Sánchez Rojas, publicado en 1919, encontramos un personaje que nos llama la atención: 
El Santo de Valdecarros.
El autor dedicó este texto a Juanito Montero
Copio:

EL SANTO DE VALDECARROS
pp.33 a 38
«Apenas despunta el alba, cuando, encapotado en la fuerte manta palentina, subo al rucio matalón del médico. Llueve. Las herraduras nuevas del caballote, al machacar los chinarros de la calle, levantan chispas á su paso. La campana de las carmelitas tañe sonoramente. La diligencia, tropezándose como un beodo, suena su herraje roto camino de la estación. Y todas las campanas de la vieja villa, saludando al bronce carmelitano, prorrumpen en alegre algarabía; primero, la campana de San Pedro, doctoral y grave; la de San Juan después, sonora y viril; la de los Padres, la última. Las cosas van recobrando sus contornos, y se disipa poco á poco la tinta azul del telón mañanero. 
En la Puerta del Río, junto al Tormes, á los pies de la torre del homenaje de los Duques, va un labriego en su carro. Curte su rostro el frío. Con la aijada en lo alto, el hombre va cantando con voz gangosa:


Esquilones de plata,
bueyes rumbones:
¡éstas sí que son prendas
de labradores!

Mi amigo y yo llevamos al paso los jamelgos. Salimos de la villa. La cinta de plata del claro río que cantara Garcilaso, remata á lo lejos, cabe las nevadas montañas de Béjar. El río defiende su curso en semicírculo. Murmura lentamente su canción de quietud. El pueblo, de lecho de pizarra, «alto de torres,  pero de muros bajo», se agazapa á la sombra del castillo grietoso. Unos chopos aguantan á pie firme la helada; del castillo son guardianes seculares. Entramos en la dehesa comunal. Las ruinas del convento de San Leonardo, vistas á la madrugada, son de un singular hechizo. Una cabra muerde la hierba en lo que fué coro de la iglesia. Junto al espléndido patio gótico, tendido en una manta, reposa un gañán; su cabeza descansa en un saco de paja, que sostiene un medallón que cayó á tierra desprendiéndose del hueco. Y seguimos nuestra caminata. Las cuestas de Galiana esconden ya la villa; estamos en la llanura parda, ante los surcos infinitos y quebrados. Un puebluco de adobes se ampara al calorcillo de un monte: Varales. Nuestros caballos trotan escandalosamente por las vías del lugarejo, y tornamos á salir á la llanura: ni un regato, ni un árbol. En estas veredas, holladas en sus peregrinaciones por Teresa de Jesús; en estos vericuetos, donde escondieron su dolor los franceses después de las derrotas de Arapiles y de Garcihernández; en estos rincones, que cantó el anónimo juglar del Romancero con las 
andanzas de Bernardo el del Carpio y del Moro el del Arapil, la tierra parda adopta un tono ceñudo, adusto, hosco, casi trágico. Se nos antoja que asoma la cabeza el Cid, montado en Babieca, junto al leal obispo don Jerónimo, ó que aparece en la cuesta Don Quijote, caballero en Rocinante, á la vera del burro respingón y nervioso del buen Sancho
Mas todo es con efecto de espejismo. En dirección opuesta á la nuestra vienen un cura alto y el albéitar del lugar, panzudo y socarrón, que marchan á Alba a yantar, pues un misacantano celebra su misa nueva. Detenemos las cabalgaduras. Temblando de frío, cambiamos el socorrido cigarrillo.
-¿Conque á Valdecarros?
-Sí; á Valdecarros- respondemos.
-¿Y está el Santo?- pregunto al presbítero?.
-Sí; allá dejé al tío Roque. Cuidado con preguntarle nada, ¿eh? Si husmea que usted va con malos fines para sacarle en los papeles, su boca se cierra á cal y canto. 
Y luego, en una exclamación suelta, donde hay sus posos de picardía y sus migajas de compasión, añade con voz sonora: 
-¡Estos literatos!...
Nos despedimos. Cuestas y más cuestas. Desgarra el sol la neblina. Cuando queremos gozarle, nos empotramos en un barranco. Resbala mi caballejo y se repone con presteza. En lontananza, Valdecarros.
Es un pueblo como todos los pueblos de Castilla. Más pelado, más seco, más árido que todos juntos. Descubrimos sus casucas, las tenadas de los corrales, los portalones enjalbegados. Las casas de los primates están pintarrajeadas de colores vivos y chillones. La iglesia inicia una plazoleta castiza. Forman un lienzo la casa rectoral y la mansión de un pudiente, y los portales de la alhóndiga el lienzo opuesto. 
Nos esperan junto á la iglesia. Asistimos á la toma de posesión del médico. Casi procesionalmente, de un modo formal y ceremonioso, marchamos con la comitiva al Concejo. Se celebra sesión inaugural. Léese el acta «de la anterior». Los forasteros nos calentamos al brasero del cabildo. Nos ofrecen pitillos de las enormes petacas de cuero. El teniente luce flamantes botones de oro en la rizada pechera; el alcalde viste impecable chaquetilla de terciopelo; un pavero flamante el secretario. Cambiadas las firmas entre el titular y el Concejo, salimos después, con cierto aire de jerarquía, á casa del alcalde, de corrobla.



El Santo de Valdecarros 

Desfilan los notables. Y llega el tío Roque, el Santo del pueblo, escuálido, flacucho, alto como aijada de picar bueyes, grave como héroe de Calderón que anduviese en litigio con la buena fama espiritual, como aquel San Francisco del Greco, en que la amplitud de la túnica deja adivinar la flaqueza y flojedad de la carne, que apenas palpita debajo. 



centenes
*Ley – 900 milésimas.
*Peso – 8,38 Gramos. ( puede haber  variación en el peso).
*Diámetro – 22 mm.
*Canto: Estriado




Media onza-Carlos IV-1791


Viste de charro  el Santo; el sombrero, cónico, juega con timidez entre sus dedos huesosos y largos; los botones del cuadrado chaleco, que antes fueran centenes y medias onzas, son hoy rodajas de hojas de lata; de estameña parda es el paño de la vestimenta; las medias, de grueso algodón, deben de picarle la piel, amarilla y flaca. El buen Roque es la admiración del pueblo. De mozo rondó como todos, cortejó en las verbenas, amó á la lumbre de los escaños, repicó con los nudillos de los dedos la puerta amiga, puso flores silvestres  -con matas de tomillo y de mejorana- en el ventanuco de la moza garrida. Pero Roque era de la madera de los místicos. En la alacena de la cocina tenía la vieja Biblia de los abuelos, el Quijote, el Año cristiano, de los abuelos también. Picó en letrado y se dió á la lectura con fervor. Acaso el monje benedictino abrió los ventanales del espíritu del tío Roque, encarándole con el cielo, con este cielo que él ve todos los días platicando con la llanura en toda su infinitud; acaso los desengaños del ardiente sultán asiático quebraron los propios sueños; tal vez aquel retorno de las mujeres que á la salida del pueblo del Toboso inspiraron sensatas consideraciones al socarrón de Sancho, le llevaron á sospechar que las Dulcineas no son más que parte de la fantasía de los andantes caballeros. Lo que fuera, Roque lo sabe y yo lo sospecho. ¿Amores desgraciados? Tal vez. Sólo la desventura es fecunda para el ánimo fuerte, y manantial de consuelo. ¿Anhelo de gloria? Acaso. Márchase el placer cuando se busca; torpe cosa es el deleite una vez satisfecho. Solamente la gloria llena el corazón donde no se incuba la ruindad. Ello es que Roque dejó la reja por la confesión, la novia por el padre de almas, el palique del sereno por el áspero examen de conciencia: «Si quieres seguirme  -leyó en el Evangelio, Roque-, deja tus riquezas y toma mi cruz.»


Año cristiano

Y tomó la Cruz del Señor, Roque. Heredó de sus padres seis mil duros. Repartiólos en limosnas secretas y calladas. De amo pasó á criado de labranza. En su rostro hay siempre una chispa de alegría, de equilibrio, de serenidad. Recientemente, por cuenta del Concejo, que le daba peseta y media diaria, limpiaba una charca del lugarejo, con los pies en el agua todo el día. Y recuesta su cabeza, no en blanda almohada, sino en dura piedra. Y deja los romances de los ciegos y los papeles de la ciudad, por los versillos del Evangelio y del Kempis. Y como buen Santo, fiero enemigo del pecado, es blando y tolerante para los pecadores. Como San Francisco, desea el tío Roque que se inunde la tierra en un baño de piedad y de amor. 
Invitan al tío Roque á la corrobla y le ofrecen vinillo de la cosecha nueva; niégase el tío Roque. Le ofrezco un pitillo, y tampoco acepta. Quiero que hablemos de él, y rehusa el tema. Su anhelo es pasar inadvertido, no ser blanco de las miradas de las gentes.
- Tío Roque- le pregunto-, ¿por qué dió usted su dinero a los pobres?
Sencillamente, como quien refiere un incidente vulgar, replica el tío Roque á la puerta de la casa del alcalde, despidiéndome:
-¡Porque Dios lo manda!
Y, esquivándose, añade:
-Y salude á su señor padre y con él goce de bienandanzas para muchos años. 
Y con aire señorial, ofreciéndome su diestra, añade los tópicos de la buena crianza de la tierra:
-Ya sabe donde tiene un amigo y una casa, con fina voluntad.»


Este texto apareció publicado en:
LA BASÍLICA TERESIANA - (15-5-1912)
LA VANGUARDIA-p.8 - (10-4-1913)- (El tío Roque)
LA CIUDAD (24-8-1912)
EL SOL: 12-11-1918 (*)  
LA LIBERTAD (25-1-1923)

(*) Del libro en prensa 'Paisajes castellanos' 


A modo de explicación

A veces se tienen encuentros que nos parecen casi mágicos. Llevaba un tiempo pensando en 'El santo de Valdecarros', y creía que el personaje era una invención de José Sánchez Rojas.
Debo decir, que cuando vi el retrato, "le reconocí" enseguida , y comprobé la fidelidad de la descripción del escritor albense en este relato. 

Agradezco la postal que muestra 'Todo coleccion' en la Red, que además de producirme una gran alegría, me ha permitido el poder dejar constancia en esta entrada.

En el texto, me había llamado mucho la atención, cómo Sánchez Rojas recogía las palabras de la despedida, que llevaban música: 

“Ya sabe dónde tiene un amigo y una casa, con fina voluntad" 
Continuará
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He buscado la canción Esquilones de plata, por 'Gabriel Calvo y la Fabulosa Retahíla'
pero no hay nada en YouTube. 
Por tanto,
Enlazo esta versión, que coincide con la que recordaba. Si bien sus intérpretes sitúan la letra en Cantabria.  

https://www.youtube.com/watch?v=LcwNkUytoR8
..."¡éstas sí que son prendas
de labradores!"

2 comentarios:

  1. No paras de investigar y de descubrir cosas, Un abrazo.
    Gracias por tu reconfortante visita en " sueños".

    Buena semana Gelu.

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  2. Buenas noches, Amapola Azzul:

    Gracias a ti. Y ánimo con los proyectos bonitos.
    En la siguiente entrada verás las orquídeas como han florecido todas.

    Abrazos.

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