5/28/2016

JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS - AMIGOS: DON CECILIO BENÍTEZ -PRÓLOGO 'VIOLETAS'(1)

CECILIO BENÍTEZ
VIOLETAS
POESÍAS
Prólogo
José Sánchez Rojas
1912
(Tipografía de Federico Cuscó)
I
«De las dos clases de actividad mental, el raciocinio y la imaginación, que señala Schelley en su Defensa de la poesía, esta última se ha empobrecido por los hombres graves y secos de tal suerte, que se ha relegado al humilde puesto de sierva o criada del raciocinio, cuando es, en puridad, su esposa excelsa y su compañera ideal en la misteriosa fecundación de las ideas que son imágenes y de las imágenes que son ideas.
El poeta piensa y el pensador rima. Toda palabra es un canto, porque toda palabra es un acto de imaginación por el que nos apoderamos, interiormente, de la representación que sugiere. Todo razonamiento es poesía, porque razonar es crear las relaciones necesarias de las cosas, apoderándonos del momento de eternidad que todas llevan dentro.  Cuando este momento de eternidad se nos revela, fugazmente, en la caricia velada de una amiga, en la sonrisa de un niño, ante la serenidad del mar, en medio de las mieses de la llanura, la emoción se apodera de nosotros. Y somos poetas. Somos poetas sin saberlo, sin quererlo acaso. Unos hablan, otros callan, otros lloran, pero todos riman. Dios ha pasado junto a nosotros, amigos, en esa hora. Dios hizo el canto antes que el tema. Dijo que se hiciera la luz y se hizo la luz; las teorías del éter vinieron después. A nosotros llegó también la luz en aquella hora, y porque la recogimos fervorosamente en nuestro corazón, porque la emoción fue señora de nuestras almas, porque fuimos poetas y creadores, somos semejantes a Dios.
 Lo que nuestros abuelos llamaban inspiración, y nosotros, más modestamente, emoción, no es otra cosa sino la huella que ese momento de eternidad, deja en nosotros, cuando buceamos el alma de las cosas. Es más alta que el raciocinio porque no tiene límites como él. El poeta no discute: adivina. Con la sinceridad de aquel momento le basta. Su espíritu ha de ser sensible, ha de estar en tensión siempre, vibrando, en inquietud continua. El poeta ha de tener algo de taumaturgo: varita mágica para nimbar las cosas; ha de prestarlas su resplandor, que es su verdad. Y no ha de decir palabra ociosa; así que la diga, dejará de ser poeta. En su alegría y en su dolor, cuando ruge o cuando se resigna, cuando blasfema o cuando acaricia, el poeta ha de entregarse generosamente a su emoción, para que su canto sea glosa precisa de su momento espiritual.

Cecilio Benítez da su primer libro al público, ansioso, él también, de que su palabra encuentre eco en otras almas, y en ellas vibre su canto mozo. Cantos de juventud son los cantos del poeta nuevo; su musa, castellana, ha buscado refugio en esa noble  tierra catalana, que ha legado, no solo a sus hijos, sino a todos los mozos españoles que cantan o sueñan, un tesoro espiritual en Mosen Cinto, en José Carner, en Maragall, en otros poetas menores que han llenado de inquietud santa el corazón de los que anhelan una patria de ensueño.
Cecilio Benítez añade su voz al coro sagrado. Llama Violetas a sus canciones; las quiere sencillas, las quiere frescas, las quiere perfumadas. Y -¡miIagros de mocedad!- ora rece ante los sepulcros de las viejas catedrales, ora cante viejas gestas de castellanos tozudos, ora recuerde melancólicamente sus horas de novio en un jardín versallesco, sabe ser expontáneo (sic), jugoso, fácil risueño, cantando simultáneamente, con la frivolidad del que no ha llorado pesares, de esos que rompen para siempre el ritmo interior de una vida, sus esperanzas, sus devaneos, sus secretillos, sus ilusiones de mozo.

Cecilio Benítez es así, y como es se presenta. Hace años conozco al autor de este libro. Ha hecho gemir las prensas de casi todos los periódicos literarios de Madrid y de provincias. Su musa, retozona y festiva casi siempre, ha tenido ahora una tregua de descanso para cantar otros temas, altos y peregrinos de su iniciación en la vida.

Es muy joven el Sr. Benítez, no tiene tiempo, diga él lo que quiera, de haber oído el rasgueo de la guitarra,
el desdén, el dolor y la alegría;
sus celos son también imaginarios; aunque se enfade con las mujeres, no sé que haya hecho otra cosa sino admirarlas y bendecirlas siempre. Sus dolores apenas si son tempestades en un vaso de agua. Así sus versos, necesariamente, rezuman ese perfume de mocedad, de despreocupación, de alegría sana, que se escapa de ellos. Adquirirá mañana caudal de emociones nuevas el poeta; su espíritu interrogará la esfinge con una mueca de dolor; gozará placeres refinados y personalísimos, a los que no pondrá más comentario que el silencio para no profanarlos, pero entonces dejará de ser quien es.

Hoy se trata sencillamente de un poeta nuevo, que gorjea porque la mañana es limpia, porque ha llegado la aurora y el rocío pone reflejos de plata sobre el campo.
Cuando quiebre el día, tal vez este poeta nos sorprenda con una tonadilla plañidera. Hoy tiene el buen gusto de no mentir tragedias que no ha atravesado y de detenerse burla burlando, solo para probar el metal de la voz, en aquellas cosas tristes, que le impresionaron un momento, sin abrir surco en sus horas de luz y alegría. » Continuará...

A modo de explicación

En la búsqueda de documentación de José Sánchez Rojas, han ido surgiendo personas relacionadas, con obras muy interesantes.

Gerardo Nieto, me informó de la existencia de este librito de poesía de Cecilio Benítez, publicado en 1912, que llevaba el Prólogo del escritor albense. Intentaré transcribir el texto completo, en dos entradas, siendo lo más fiel posible a la ortografía que presenta. 
Cecilio Benítez, hacía esta dedicatoria:

«A mi entrañable amigo
el ilustre escritor vasco
y notable jurisconsulto
en humilde prueba
 de gratitud y afecto, »
El autor
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(1) Carmelo de Echegaray, hermano de la persona a quien va dedicado el librito, mantuvo correspondencia con Unamuno. 

He pensado en esta preciosa música:
https://www.youtube.com/watch?v=BWVSHL0lEbk
Mompou: "La fuente y la campana" de Paisajes (1942)

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5/22/2016

JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS- TRADUCCIONES: LUDOVICO HALÉVY: CRIQUETTE


CRIQUETTE
Traducción y Prólogo: José Sánchez Rojas
PRÓLOGO

"CRIQUETTE es una novela encantadora. Pocos libros más graciosos, más tiernos y más interesantes, que esta linda narración del literato Halévy que tengo el gusto de ofrecer hoy, en castellano, al gran público de España y de América.
Ha dicho un eminente profesor norteamericano, el Sr. Barret Wendell, en su curioso libro La Francia de hoy –cuya edición francesa ha publicado esta misma casa editorial de los señores Nelson- que no puede juzgarse de la vida francesa de hogaño por los relatos de sus noveladores y literatos. Así es, en efecto, por regla general. Hay la obsesión –que sigue privando en América, aunque se vaya desechando ya en todas partes- hay la obsesión parisina del boulevard, de la cocota, del cabaret, de la frivolidad, del vicio alegre, refinado y fácil, de todo eso que ha caracterizado a ese loco pueblo de París, como si fuera un bruñido espejo, una imagen fiel y exacta de la vida social contemporánea de nuestros buenos vecinos. Se descuida adrede por los profesionales la vida provinciana francesa, como si no fuera casi toda la vida nacional. Contra esa corriente de los sociólogos de alcoba, de los psicólogos de tres francos cincuenta –de los que se burla tan donosamente el escritor portugués Eça de Queiroz en su famosa novela A cidade e as serras- se ha impuesto el buen sentido de autores tan celebrados como la señorita que firmara con el seudónimo masculino de Juan de la Brète Mi tío y el cura, y Enrique Bordeaux, para no citar más que libros muy conocidos de todo el mundo.
Pues un predecesor de la sana corriente realista es, en la literatura francesa, el autor de este libro. El señor Halévy, como buen francés, no se asusta a veces de bordear atajos espinosos y descarriados; pero no se jacta de caminar por andurriales ni por calzadas muertas, ni se deleita con lo simplemente obsceno, y sabe cubrir, como el portugués insigne, “la cruda desnudez de la realidad con el manto diáfano de la fantasía”. La pobre Criquette, hija de una verdulera, abandonada y sola al morir su madre, sin más arrimo en la tierra que el cariño de Pascual, anda de la ceca a la meca, en casa de una cortesana primero, y en compañía de su ama de llaves después, recordando, en la quietud provinciana de Beauvais, aquellas horas de asueto en Belleville, cuando vendía flores, caramelos y bollitos calientes, con Pascual, y más tarde, cuando haciendo de princesa en el teatro de la Puerta San Martín, era festejada por la gente de tablas, como lo que era: como un angelito risueño y alegre, que contagiaba de buen humor a cuantos sabían ponerse en contacto con la frescura y el hechizo de su niñez.
El encontronazo de la pobre niña con la vida no puede ser más duro. Se escapa desde Beauvais a París, que su ingenuidad no soporta el acartonamiento moral del ama de llaves de la cortesana, de aquella taimada y seca Aurelia, que ha sabido robar a la chita callando para retirarse al fin del ajetreo de su vida, viviendo, como el pez en el agua, dentro de la ñoña pazguatería provinciana. La niña se escapa a París en busca de Pascual, y la dulce amistad de la infancia se ha trocado en fuego de amor mozo que abrasa el corazón. A la sombra de la catedral de Mans, bajo los chopos de los alrededores de la bonita ciudad, los mozalbetes viven su idilio, afinándose, con el despertar del corazón, la delicadeza, el exquisito gusto, la gentil feminidad de la hija de la verdulera de Belleville, que se refugia en sus sueños, de espalda a la vida, como se refugiaba la santa de Ávila en su castillo interior, de espaldas a sus achaques corporales. Con el dolor, con la desilusión, con la inconstancia de Pascual, rodeada de los mimos y delicadezas de los hermanos Lemuche, el autor nos hace presenciar, en toda su trágica grandeza, la conversión de la niña en mujer. Nada más conmovedor, ni más humano, ni más lindamente observado que aquel delicioso titubeo que sacude los sentidos y el espíritu de Criquette al conocer al conde de Sérignan. Aquella muchachita se afina; gana en delicadeza lo que pierde en agilidad espiritual; y al comprender la vida, se abraza a ella sonriendo, fundiendo las partículas de su dolor personal en el informe bloque del dolor de todos.
Asoma su cabeza dolorosa la catástrofe, al final de la novela. Aquella hecatombe de los ejércitos franceses bajo el fuego de las balas prusianas, coincidiendo con la muerte de Criquette, curando las heridas al conde de Sérignan, en la ambulancia de Yvré-l’Évêque, parece un símbolo...La voluntad aniquilando la sensibilidad y la inteligencia de la juventud…
No creo que pruebe nada, ni que demuestre nada esta hermosa novela. No es un libro de tesis, sino de emoción este libro. Y por eso, por ser de emoción, por rezumar una bendita tolerancia hacia la flaqueza ajena, por comprenderlo todo al amarlo todo, por reflejar una sensación amplia y completa de la vida, llega en buena hora al público español de Europa y de América.
Nuestra literatura seca, árida, uniforme como la meseta central de la Península, necesitaba una corriente de emoción, de ternura, de comprensión amplia de la vida, frente a esos libros cuajados de ironía que matan la actividad y de erotismo fácil y ramplón que nos uncen la vista al suelo y no nos permiten levantarla para ver cómo corretean las estrellas por el cielo en una noche clara, llena de lumbres lejanas y misteriosas."

Febrero, 1914




Se me ha ocurrido transcribir el PRÓLOGO, porque me pareció inmejorable, y también copiaré uno, de los muchos pasajes del libro que me encantaron:

p.258 […]"Criquette, entonces, en su cuarto, releía una carta del señor de Sérignan, que había recibido aquel día la señorita Clementina. Este párrafo llamó extraordinariamente su atención:
“Diga usted a su amiguita, si continúa en Le Mans, y si no está, tenga la bondad de hacérselo saber, que cierto viajero se encontraba en alta mar, el diez de marzo de 1870, a bordo del Chow-Phya, entre Bangkok y Singapour. Este viajero creía escuchar las campanas de la catedral de Le Mans. No tuvo más que cerrar los ojos para tornar a ver, limpiamente, la silueta de una jovencita apoyada en la torre de una vieja casona. No se ha olvidado nunca de esta jovencita, ni se olvidará jamás.¡ Mi deseo más ferviente es que sea feliz!”
Estas palabras: “¡que sea feliz!”, llenaron de lágrimas los ojos de Criquette. Las dejó correr y advirtió cierta dulzura en lugar del sinsabor corriente.
Y aquella noche, con todo su corazón, rezó por aquel amigo que apenas conocía y que había pensado en ella el 10 de marzo, entre Bangkok y Singapour."

A modo de explicación
Movida por la curiosidad, al leer los escritos de José Sánchez Rojas, y para intentar saber más, me dispuse a indagar en algunas de las muchas lecturas que él citaba en los artículos para la prensa, y vi que además de sus libros y folletos, había traducido varias obras. En 1912, el escritor albense había realizado la de la ESTÉTICA de Benedetto Croce, que contó con el prólogo de lujo de D. Miguel de Unamuno
En 1914, fue CRIQUETTE, novela que Ludovic Halévy había publicado en 1883.
(Continuará)


p.153 ..."Criquette también tocó el piano con buen humor, sin hacerse rogar; ejecutó una sonata de Beethoven, ni bien ni mal, pero con gracia, con naturalidad, como todo lo que hacía."

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5/17/2016

PRIMAVERA-2

Cactus  con su flor,  y uñas de gato
iris amarillos
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Quedan resueltas
las preguntas eternas
con la belleza
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https://www.youtube.com/watch?v=ddLd0QRf7Vg
 "What A Wonderful World" Grandpa Elliott,  Jason Tamba  y niños 
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A modo de explicación

Quería mostrar las plantas como estaban hoy, especialmente la flor delicadísima y preciosa del cactus.
Simplemente observando la naturaleza, podemos darnos cuenta de su grandiosidad, y situarnos en el puesto que nos corresponde, dando gracias por existir.
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5/01/2016

DÍA DE LA MADRE - 2016

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Las flores llegan
 y tú ya no estás
para mirarlas.

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https://www.youtube.com/watch?v=SGTvQusUIyU
Canción: Dos gardenias
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A modo de explicación
A mi madre le encantaban las flores. Este es el primer año que no la tenemos en este día especial.  
Recordaba muchas canciones con música y letra, a pesar del Alzheimer.  
Se me ha ocurrido preparar esta entrada.
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