...sigue de la entrada anterior (Prólogo de José Sánchez Rojas, al libro 'VIOLETAS' de Cecilio Benítez- 1912)
“Quien pierde la mañana –dicen los libros sagrados- pierde el día;
quien pierde la juventud pierde la vida.” Y pierde la juventud, lo más sabroso
y expontáneo (sic) de ella, quien no ha escrito o no ha intentado escribir
versos nunca, quien no supo rimar, en su corazón, la armonía de unos ojos que
nos contemplan, confiados y puros, la voz que nos canta calladamente ensueños,
la boca, roja y fresca, que nos promete caricias misteriosas y apoyo blando los
días melancólicos de la vida. El amor es nuestro primer maestro. Él nos enseña
veladamente la vida. Nuestras primeras nociones personales brotan de sus
venturas y desventuras. La tragedia íntima de nuestro destino, los primeros
buceos en lo desconocido, las primeras relaciones ocultas de las cosas, nos les
revela el amor. Y todo poeta canta estas sus primeras emociones de enamorado.
Cecilio Benítez, para no faltar a esta ley humana, canta también sus
aventuras mozas. Descúbrense, a lo largo de sus cantos, las huellas que han
dejado en él otros poetas. Sondando los versos de mi amigo con emoción,
percíbese pronto el surco de José María Gabriel y Galán, el poeta labrador de
las pardas onduladas cuestas, de las
castas soledades hondas y de las grises lontananzas. Amor de nuestra mocedad
fué el poeta salmantino, las piedras nobles de Salamanca y la contemplación de
la llanura empaparon el espíritu de Benítez de placidez y de calma. Vio la
Castilla suave de las riberas del manso Tormes, del turbio Pisuerga, la
Castilla de Garcilaso –pinos que se miran en el espejo de las aguas- y de Fray Luis de León –la fontana pura del
huerto agustino, donde se desdeñan las ambiciones y se gustan los sabrosos
placeres del silencio.- Esta imagen placentera vive escondida en los versos del
poeta, pero vive. Hay un fondo de paisaje material, tangible, en nuestras
evocaciones, como hay también –torpe será quien no lo descubra- otro fondo de
paisaje moral en nuestros pensares, donde flota vagamente, apenas sin
contornos, lo mejor y más puro de nuestros recuerdos. De Castilla canta Benítez
a los Comuneros. No sé si
…el alto pensar de Don Quijote,
sigue siendo el credo de la raza, que hartos apaleos y moleduras nos
costó la peregrina afirmación de que era yelmo de Mambrino la bacía del
barbero. ¡Bacía y bien bacía, mi Dios! El despertar fue rudo y lamentable, como
despertar de ocioso. Sancho se burló una vez más de Dulcinea. Callaron los
poetas de mi Castilla; los proyectos de redención fueron estériles; siguieron
los políticos, hueramente, cantando, un sonsonete de tamboril, molesto,
machacón, cansino, un himno a la pereza, canto de cigarra en lugar de procesión
de hormiga. Como dijo muy bien Unamuno siguieron croando los sapos de los
estanques. Cataluña nos trajo, con Maragall, voces de aliento y de entusiasmo,
voces que venían de las nubes, para columbrar, al rasgarlas, la patria del
ensueño. Los mozos castellanos –me place lanzar esa afirmación en Cataluña,
donde ahora vive el Sr. Benítez- no desoímos esas voces. La aurora de Gabriel y Galán fue cantada por el apóstol de San Gervasio. También nosotros queríamos
una patria viva, concreta, que renovara sus glorias al resplandor trágico de
sus desdichas. En Salamanca –sobre todo- hubo un núcleo que ahora retoña,
confiado y optimista, con este núcleo tuvo relaciones el Sr. Benítez. De
aquella renovación nacieron sus primeros cantos de esperanza. Por ser un mozo
generoso y franco el Sr. Benítez, porque sus cantos son cantos de optimismo y
de muchachez, porque espero mucho de su labor futura, porque en la de la hora
presente hay atisbos, centelleos, llamaradas, correr de estrellas altivas en
noche de Agosto- prologo con gusto su libro Violetas, revelación de un espíritu sano y contento que promete, en
su fecundación espiritual, ópimos y muy sazonados y gustosos frutos.»
(Copio un poema de Cecilio
Benítez- p.65)
MIS
BLASONES
“Guardo
en un arca vieja, que venero,
los
timbres de mi limpia ejecutoria;
no en
pergaminos de dudosa historia,
sino
en ricos legados de un guerrero:
una
tizona de fulgente acero
que
en cien batallas se cubrió de gloria,
y un
girón de una enseña que victoria
cantó
a la faz de un Rey muy altanero…
Guardo
también, con ilusión avara,
un laud,
arrancado a los infieles,
que
un ascendiente mío conquistara,
y un
marchito puñado de claveles,
con
que a Zoraida un día engalanara
de Córdoba
imperial en los vergeles.”
Cecilio Benítez (*)
(*) Algunos de los trabajos de Cecilio Benítez:
Libros publicados 1921:
Poesías: ‘Rosas de otoño’
Novelas: 'EL NOVENO MANDAMIENTO' – '32, ENCARNADO'-
Artículos en 'La Esfera':
Núm. 392 - 9 de Julio 1921- p.24: Glosas y evocaciones. El Castillo de Bellvis de Monroy
Núm. 400 - 3 de Septiembre 1921- p.8: Poema 'Costas lejanas'-dibujo Verdugo Landi
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Como la impresión de 'Violetas' se realizó en Villafranca del Panadés, se me ha ocurrido acompañar con esta música:
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https://www.youtube.com/watch?v=By9mLh4Cd3w
Poema de Vilafranca
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